Grupo: Título del recurso
Priorización 2023-2025: Aprendizajes Basales
LE1M OA 03
Analizar las narraciones leídas para enriquecer su comprensión, considerando, cuando sea pertinente:
- El o los conflictos de la historia.
- Un análisis de los personajes que considere su relación con otros personajes, qué dicen, qué se dice de ellos, sus acciones y motivaciones, sus convicciones y los dilemas que enfrentan.
- La relación de un fragmento de la obra con el total.
- Cómo influye en el relato la narración en primera o tercera persona.
- Personajes tipo (por ejemplo, el pícaro, el avaro, el seductor, la madrastra, etc.), símbolos y tópicos literarios presentes en el texto.
- Las creencias, prejuicios y estereotipos presentes en el relato, a la luz de la visión de mundo de la época en la que fue escrito y su conexión con el mundo actual.
- El efecto producido por el orden en que se presentan los acontecimientos.
- Relaciones intertextuales con otras obras.
Clasificaciones
Curso: 1° Medio
Asignatura: Lenguaje y comunicación / Lengua y literatura
Textos Escolares oficiales 2023
Actividades de apoyo pedagógico
Lecturas
Libros Biblioteca Digital Escolar (BDE)
Indicadores
Indicadores unidad 1
- Explican el conflicto de la obra leída recurriendo a ejemplos textuales.
- Comparan personajes de una misma obra en relación con sus acciones, motivaciones y convicciones.
- Describen personajes importantes de la obra.
- Establecen relaciones entre un fragmento de un relato con la obra completa.
- Comparan tipos de narradores en diferentes relatos.
- Relacionan personajes tipo de una obra, con otra diferente.
- Explican el significado de diferentes tópicos y símbolos en obras narrativas.
- Comparan obras narrativas con su mundo cotidiano.
- Analizan la secuencia de los hechos en una narración.
- Comparan obras literarias con otras obras, estableciendo relaciones entre personajes, temas, acontecimientos y ambientes.
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Preguntas
Acuérdate de mí
Enunciado
Acuérdate de mí
Llora en silencio mi alma solitaria,
excepto cuando está mi corazón
unido al tuyo en celestial alianza
de mutuo suspirar y mutuo amor.
Es la llama de mi alma cual lumbrera,
que brilla en el recinto sepulcral:
casi extinta, invisible, pero eterna…
ni la muerte la puede aniquilar.
¡Acuérdate de mí!… Cerca a mi tumba
no pases, no, sin darme una oración;
para mi alma no habrá mayor tortura
que el saber que olvidaste mi dolor.
Oye mi última voz. No es un delito
rogar por los que fueron. Yo jamás
te pedí nada: al expirar te exijo
que vengas a mi tumba a sollozar.
Lord Byron
¿Qué características del hombre romántico se pueden identificar en el poema anterior?
Alternativas
A) Describe con detalle aspectos populares o asociados a las costumbres.
B) Aborda la realidad desde el conocimiento objetivo de los hechos.
C) Otorga especial importancia al recuerdo de los seres amados.
D) Expresa sentimientos de nostalgia y melancolía.
Respuesta
Respuesta correcta D,
De las características enunciadas, la que atiende al sentido global del texto es la expresada en el temple de ánimo del hablante lírico. Este asume una actitud melancólica que podemos observar en los versos en los que apela al receptor de su mensaje "¡Acuérdate de mí! - Oye mi última voz" en ellos manifiesta su tristeza y temor que experimenta frente al olvido.
La Llorona
Enunciado
La Llorona
Luego de la caída de la orgullosa Tenochtitlán y de la dispersión de los infortunados sobrevivientes, el audaz e implacable Hernán Cortés se retiró a vivir a Coyoacán, lugar plácido y delicioso, donde él y la bella Malinche distraían sus ocios. Pasado un tiempo, sin embargo, el capitán español estimó conveniente emprender la reconstrucción de la vencida urbe mexicana, para convertirla en capital de la Nueva España, el reino que había conquistado por la fuerza de su brazo, para Carlos V, rey de España y cabeza del Sacro Imperio. Lo primero era recoger los numerosos cadáveres que, todavía insepultos, infestaban con su hedor el aire transparente del valle. Después, debía retirarse la asombrosa cantidad de escombros que produjo la demolición de los palacios, templos y casas tenochcas. Esas dos tareas se encomendaron a los propios mexicas, reducidos a una especie de esclavitud y hechos traer desde su exilio temporal en las poblaciones ribereñas. Cabe imaginar con cuánto dolor impotente cumplieron el penoso deber de reunir a sus muertos, hacinarlos cerca de los canales y prenderles fuego; no había tiempo para enterrarlos, la descomposición amenazaba con provocar una epidemia, y las macabras piras lanzaron al aire su denso y fétido humo durante varios días.
Después, miles de indígenas se afanaron de sol a sol para despejar el terreno de los montones de piedras y lodo en que se habían convertido pirámides, templos, palacios, altares, todo. Donde antes se levantaba en grandioso centro ceremonial de los mexicas, se consumó la destrucción de los edificios para allanar una enorme explanada, con una plaza al centro rodeada de espaciosos solares, donde Cortés fijó el emplazamiento de la futura catedral, el palacio de gobierno, las casas del Ayuntamiento y, naturalmente, la mansión del propio conquistador, quien repartió los predios restantes entre sus compañeros de armas. Aquello iba a ser el núcleo de la capital novohispana. Del espacioso cuadrángulo emergían, rectilíneas y cortándose en ángulo recto, las calles anchas que delimitaban varias manzanas, baldías entonces. De ese modo quedó configurada la Traza, el espacio medido a cordel, cuadrado y dividido como un tablero de ajedrez, donde iba a sentar sus reales la población española. Más allá de la Traza, los indígenas tenían permiso de residir.
En poco tiempo se multiplicaron las macizas residencias de los conquistadores, a las cuales se agregaron las de colonos venidos de España, ya para desempeñar los cargos del gobierno de la colonia, ya en busca de medrar con el ejercicio de sus profesiones o bien, cosa más frecuente, para hacerse ricos a cualquier precio.
Gobernaba ya un virrey -quizá don Luis de Velasco- en la Nueva España, cuando comenzaron a dejarse oír ciertos espantosos rumores sobre un espectro que atormentado recorría las calles de la Traza, profiriendo lastimeros gritos sin dar reposo a los medrosos habitantes de la muy Noble y Leal Ciudad de México, ufana capital del virreinato.
Cierta noche, a eso del toque de ánimas, el platero Juan de Vivar transitaba rumbo a su casa de la calle del Amor de Dios, a un costado del palacio virreinal; venía desde el límite norte de la Traza, a donde le había llevado el deseo de ver a su compadre, el también platero Pedro Suárez, con quien estuvo departiendo sobre negocios hasta muy entrada la noche. Cuando advirtió lo avanzado de la hora se despidió de prisa, para emprender el regreso al hogar. Caminaba a buen paso como precaución contra los encuentros imprevistos y desagradables cuando, de pronto, un grito horrendo, inhumano, agudísimo lo dejó clavado en su sitio, con los cabellos erizados de espanto:
-¡Aaay mis hijos... ! ¡Mis pobres hijos!
Se recobró del susto al hacerse el silencio, pero de nuevo resonó, ahora más cerca, el terrible alarido:
-¡Aaay mis hijos!
Creyó que una mujer -¿quién, si no?- pedía auxilio para su prole y, sin pensarlo un momento, se lanzó a buscarla para prestárselo. El platero llegó desesperado a la esquina de la calle, miró y remiró por los cuatro rumbos del cruce, pero... ¡Nada! Un largo escalofrío recorrió su espalda; sin embargo, determinado a averiguar el origen y la causa del grito, siguió buscando a la persona -de eso estaba seguro- que lo había proferido.
Él no era un hombre opacado ni supersticioso; confiaba, además, en el afilado acero de la espada toledana que pendía de su talabarte. En fin, echó a andar con oídos y ojos, alertas, por si se repetía aquel extraño grito.
-¡Aaay aaay mis hijos! ¡Mis desdichados hijitos!
Ahora sí estaba seguro, el grito había partido de la calle contigua. Corrió hacia allá. A poca distancia delante de él, le pareció percibir la silueta de una mujer envuelta en un largo manto. La siguió, dispuesto a darle alcance y corroborar si ella era quien había gritado. Antes de poder acercarse más, la figura se esfumó como si las tinieblas se la hubiesen tragado. No obstante, Vivar adelantó unos pasos más hasta aproximarse a la última casa de la Traza, por aquel rumbo. Por lo visto, su pesquisa lo había conducido más lejos de lo conveniente. En la casa frontera, dentro de una hornacina de piedra excavada en el muro, brillaba una lucecita a los pies de una imagen de la Virgen. A ese débil resplandor percibió algo sobre el empedrado y se inclinó a recogerlo: un trocito de tela desgastada y antigua, pero suntuosa, quedó entre sus dedos. Para su sorpresa, amanecía ya y un sol rojo, enfermizo, vacilante ponía galas carmesíes a las cumbres de los volcanes.
Juan de Vivar se santiguó, como para conjurar al Maligno, y prestamente se encaminó de nuevo a casa de su compadre. Quería contarle el extraño sucedido.
La Llorona, versión libre de la leyenda popular (fragmento).
¿Qué emociones invaden al platero, Juan de Vivar, cuando percibe por vez primera los gritos de "La Llorona"?
Alternativas
A) Temor y espanto debido a que la situación se presenta tenebrosa.
B) Incertidumbre por desconocer el lugar de donde provienen los gritos.
C) Indignación y rabia por la situación imprevista en el camino de regreso.
D) Curiosidad por conocer la identidad a del sujeto que emite los gritos dolorosos.
Respuesta
A
Al momento de emprender el regreso a casa el platero Juan de Vivar sostiene un inesperado encuentro en la soledad de la noche con los gritos quejumbrosos horrendos e inhumanos que profiriera un espectro denominado como "La Llorona" quien se manifiesta conmovedoramente debido a la ausencia constante de sus hijos. Ese llamado emitido por la aparición al platero "(... ) lo dejó clavado en su sitio con los cabellos erizados de espanto (...) ". Entonces podemos suponer que el ciudadano en el respectivo momento producto de la situación vivida en torno a la presencia del sombrío fantasma se sintió profundamente atemorizado y lleno de espanto con un miedo muy intenso. Por lo tanto en este contexto asociamos el temor a la circunstancia vivida ya que de Vivar queda pávido de la experiencia que lo sorprende a medio camino de regreso a casa; así como también se manifiesta su terror asombro consternación producto de la amenaza con que se revela la figura espectral que le infunde la perturbación angustiosa del ánimo.
Entonces de acuerdo a las características mencionadas la alternativa correcta es A.
La nieta del brujo
Enunciado
La nieta del brujo
Mi abuelo materno nació con una sonrisa tatuada. No era una carcajada, sino una sonrisa de niño jugando en ese rostro anciano.
Los antiguos siempre buscaban un nombre apropiado al nacer, tengo la convicción que a él lo llamaron Ayiwün. A los veinte años fue arreado al servicio militar, allí su nombre fue cambiado por Juan, nunca fue de su gusto un nombre de santo y jamás habló de su nombre antiguo.
Mi abuela María, su mujer, por el contrario, la conocí amarga como natre. Mis once años me decían que cada surco en su rostro era una profunda huella de discriminación escrita en su cara.
Mis abuelos maternos eran williche; vivían en la montaña de Alerce, en medio de los árboles milenarios y tierras vírgenes, donde no era extraño ver pasar al puma en el rescate de su gato. Ese año, la naturaleza me regaló un verano inolvidable, que el germen de la memoria, después de tantos años, hace brotar.
Salimos de la ciudad de Osorno al amanecer en tren, mi abuela y yo. Tiene que haber sido medio día, porque el sol jugaba a trepar directamente por los escalones de mis trenzas, cuando nos encontrábamos en Alerce. Alerce era el pueblo más cercano a la casa de mis abuelos. Desde allí tendríamos que viajar el medio día restante. Mi curiosa niñez se empinó para mirar el pueblo, no tenía iglesia ni plaza. Ese día vi la figura amenazante de un cura y un alcalde paseándose, como un "Cuco", por la línea del horizonte. Su calle principal, la única donde solo espíritus de Machi, Lonko y guerreros de antaño salían a caminar. Los imaginé bailando bajo el sonido de sus rukas derrumbándose.
No sé de dónde apareció la polvareda, pero un camión avanzaba por esa calle arrastrando un quejido de tuercas. La carrocería de madera nos acogió con su propio olor a deshechos de ave y animal. Amarré mis tripas con un chicle de menta cuando quisieron escapar. Creo que aluciné con el olor, porque al momento de comer mi abuela sacó de un canasto dos enormes tortillas, el mal olor se hizo flecha, salió de mi nariz, atravesó el apetito y mi lengua empezó a deshojar las migas de pan. Nunca he vuelto a comer panes tan buenos.
-Se terminó el camino -dijo mi abuela.
Pensé que el olor también le había hecho efecto a ella. Tenía entendido que los caminos nunca terminaban, porque uno los va abriendo. Analizaba el estado de mi abuela cuando el pioneta abrió la puerta de la carrocería.
Di un salto de la realidad a la magia, del infierno al paraíso: era la selva. Nítidos aparecen los árboles milenarios ante mis ojos y mi abuelo sentado en sus raíces, como un duende al acecho con su eterna sonrisa al final de ese camino.
Un cielo verde se balanceaba sobre mi cabeza, traté de ver el sol, pero solo vi sus rayos que atravesaban las hojas que caían por las rendijas del cielo, formando una mágica cascada de lanzas doradas, donde miles de insectos se bañaban dando un colorido que el hombre aún no ha podido mezclar. Una sola persona no pudo haber logrado tanta pureza, y como niña williche que era, pensé en los cuatro puntos cardinales, solo ellos con su fuerza pulieron tanta belleza.
Mi padre me había enseñado a pedir permiso al río y al mar para bañarme. Cuando chica, él me enseñó a conversar con el mar, hizo que colocara mis dos manos sobre las olas y le hablara como si fuese mi padre, con respeto y cariño. Así, las aguas y sus habitantes serían generosos conmigo al tropezar con algún problema dentro de su casa. En esa época, mi padre me contó la historia oral de nuestro "Taita Wentriao", espíritu bueno que vive en la costa de mi tierra williche. Sus palabras no eran nuevas, habían sido escritas en su memoria por los abuelos de sus abuelos, por eso los williche no olvidan al "Taita Wentriao".
Ahora, un verde mar alzaba sus olas de musgos y enredaderas ante mi mirada. Traté de elaborar un puente de oraciones, no sabiendo qué decir, cerré los ojos y levanté los brazos agradeciendo a todas las fuerzas de la tierra, por permitirme entrar a una casa tan SAGRADA como el río o el mar. Agradecí a la naturaleza porque tenía guardado ese paisaje como un tesoro, ahora se lo regalaba a mi corazón. Tan llena de vida me sentía, que muy despacio abrí mis ojos para comprobar que no estaba soñando.
Allí estaba mi abuelo... Y me largué a reír. Me reí casi hasta tener dolor de guata. Mi abuelo tenía una carreta sin ruedas. La curiosa risa empezó a buscar por los alrededores las ruedas. Una tremenda duda me vino a la mente, recordé los cuentos de mi madre, de brujos y duendes, volando sobre el campo... Esperé a que los bueyes se pusieran en movimiento...
-Viloche se llama esta carreta. Vilo significa culebra; che, significa gente- dijo mi abuelo, al descubrir mi intrigada sonrisa.
Luego de andar un rato, la risa se convirtió en un curioso entendimiento, las raíces de los árboles eran verdaderos obstáculos por la huella del camino y los bueyes más parecían gatos subiendo y bajando entre los pies de estos gigantes llamados Alerces. Lo más curioso: aún la carreta serpenteaba. De esa rara mezcla venía su nombre.
La montaña me enviaba mensajes que no logré entender. Pájaros que nunca antes había escuchado cantar. Mi abuelo, con su entendimiento recogido en la naturaleza, me iba enseñando un nuevo alfabeto, que no es tan distinto al de mi tierra, solo hay que saber interpretar el lenguaje de los pájaros. Posteriormente, cuando llegué a mi casa, le dije a mi padre que era bilingüe, porque había aprendido el lenguaje de los habitantes de la sagrada montaña del sur.
Yo no me subí a la carreta. Sentí miedo, podía volcarse, la vi como un trineo gigante. Luego de andar unos kilómetros y ver a mi abuela que no se le movía ni un pelo, más parecía una estatua sobre ella, decidí embarcarme.
Graciela Huinao (fragmento) Ediciones Caballo de Mar 2007.
Ayiwün | Sonriente. |
Natre | Árbol medicinal autóctono, sus hojas y ramas son muy amargas. |
Wiliche | Gente del Sur. Willi: Sur che: gente. |
Machi | Principal guía espiritual del pueblo Mapuche. |
Lonko | Jefe de una comunidad mapuche. En mapudungun lonko= Cabeza. |
Taita Wentriao | Propio de la religiosidad williche. |
¿Quién era el "Taita Wentriao"?
Alternativas
A) Uno de los nombres que le daban los williche al mar.
B) Uno de los apodos con el que llamaban al abuelo de la narradora.
C) Un machi williche que hacía brujería y que habitaba en la costa de la tierra del sur.
D) Un espíritu bueno perteneciente a la religiosidad williche y que habita en la costa de la tierra del sur.
Respuesta
D
En el texto la narradora menciona al "Taita Wentriao" como "Espíritu bueno que vive en la costa de mi tierra williche" y en el que su historia permanece en la memoria del pueblo gracias a los relatos orales que hacen los abuelos de generación en generación. En este contexto el "Espíritu bueno" que figura en la narración se considera como esencia de la religiosidad que desarrollan los williche acerca de la naturaleza.
El dedo
Enunciado
El dedo.
Un pobre hombre se encontró en su camino a un antiguo amigo. Este tenía un poder sobrenatural que le permitía hacer milagros. Como el hombre pobre se quejaba de las dificultades de su vida, su amigo tocó con el dedo un ladrillo que de inmediato se convirtió en oro. Se lo ofreció al pobre, pero este se lamentó de que eso era muy poco. El amigo tocó un león de piedra que se convirtió en un león de oro macizo y lo agregó al ladrillo de oro. El amigo insistió que ambos regalos eran poca cosa.
-¿Qué más deseas, pues?-le preguntó sorprendido el hacedor de prodigios.
-¡Quisiera tu dedo! -contestó el otro.
Feng Meng-lung.
¿Qué característica del amigo determina el desarrollo de la historia?
Alternativas
A) Su riqueza.
B) Su ambición.
C) Su generosidad.
D) Su prodigiosidad.
Respuesta
La respuesta correcta es D. Porque caracteriza al personaje, a partir de la cualidad que determina el desarrollo de la historia, es decir, la cualidad que permite que esta historia exista.
El dedo
Enunciado
El dedo.
Un pobre hombre se encontró en su camino a un antiguo amigo. Este tenía un poder sobrenatural que le permitía hacer milagros. Como el hombre pobre se quejaba de las dificultades de su vida, su amigo tocó con el dedo un ladrillo que de inmediato se convirtió en oro. Se lo ofreció al pobre, pero este se lamentó de que eso era muy poco. El amigo tocó un león de piedra que se convirtió en un león de oro macizo y lo agregó al ladrillo de oro. El amigo insistió que ambos regalos eran poca cosa.
-¿Qué más deseas, pues?-le preguntó sorprendido el hacedor de prodigios.
-¡Quisiera tu dedo! -contestó el otro.
Feng Meng-lung.
¿Por qué el pobre hombre quería el dedo de su amigo?
Alternativas
A) Porque creía que el dedo estaba hecho de oro macizo.
B) Porque creía que con ese dedo podría convertir cosas en oro.
C) Porque creía que sus dificultades en la vida eran demasiadas.
D) Porque creía que los regalos que el amigo le dio eran poca cosa.
Respuesta
La respuesta correcta es B responde a partir de la comprensión global del texto.
El dedo
Enunciado
El dedo.
Un pobre hombre se encontró en su camino a un antiguo amigo. Este tenía un poder sobrenatural que le permitía hacer milagros. Como el hombre pobre se quejaba de las dificultades de su vida, su amigo tocó con el dedo un ladrillo que de inmediato se convirtió en oro. Se lo ofreció al pobre, pero este se lamentó de que eso era muy poco. El amigo tocó un león de piedra que se convirtió en un león de oro macizo y lo agregó al ladrillo de oro. El amigo insistió que ambos regalos eran poca cosa.
-¿Qué más deseas, pues?-le preguntó sorprendido el hacedor de prodigios.
-¡Quisiera tu dedo! -contestó el otro.
Feng Meng-lung.
¿Cuál es el sentido de la palabra LAMENTÓ en el contexto del primer párrafo?
Alternativas
A) QUEJÓ, porque el hombre pobre expresó su descontento.
B) SINTIÓ, porque el hombre pobre se enojó con su amigo.
C) AMBICIONÓ, porque el hombre pobre no estaba conforme con el regalo.
D) RECORDÓ, porque el hombre pobre comparó el regalo con lo que antes tenía.
Respuesta
A
El concepto empleado para construir el ítem, lamentó, está utilizado en el sentido de la acepción que da el DRAE para "lamentar", es decir, "sentir algo con llanto, sollozos u otras demostraciones de dolor". De las alternativas presentes, sólo QUEJÓ se aproxima al significado del término, ya que las demás, aunque podrían funcionar en el contexto, transformarían el sentido del relato. Lo anterior es reforzado con el argumento que acompaña a la alternativa correcta, el cual se asocia plenamente con el sentido de la narración.
El pergamino de la seducción
Enunciado
El pergamino de la seducción (fragmento)
Lo más extraordinario de mis semanas en el internado, luego de que se derrumbó el muro que me separaba del mundo de los adultos, fue darme cuenta de lo que la individualidad genuinamente significaba. Dentro del entorno de mi mente y mi cuerpo yo era reina y soberana y disfrutaba de la más absoluta libertad. Hasta entonces, la libertad para mí había sido un concepto más bien intangible, puesto que eran otros quienes tomaron decisiones en mi nombre. Ahora, sin embargo, la noción de libertad se me revelaba en todo su esplendor. A los demás podía parecerles que yo continuaba siendo la colegiala que iba con los libros bajo el brazo de un aula a la otra, pero en mi interior el paisaje era totalmente diferente. Por primera vez me percataba de la amplitud del horizonte de mis posibilidades y esta nueva conciencia traía aparejada la sensación física de respirar a todo pulmón y de ocupar más espacio sobre la tierra. Me fascinaba la idea de mi propia impenetrabilidad, de que nadie tuviese acceso al sonido de mi mundo interior. Me maravillaba la cantidad de información, opiniones, percepciones, ideas y proyectos que podía albergar sin que nadie sospechara cuánto se movía tras la estable fachada de mi rostro. La soledad a la que me obligaban mis secretos me parecía un precio irrisorio que pagar por la propiedad privada e inviolable de mi intimidad. En el salón de estudio, sostener sin inmutarme la mirada indagatoria de madre Luisa Magdalena era mi mayor reto. La monja tenía su intuición y aunque no se lo admitiera ni a sí misma, su delicada pantalla de radar le indicaba disturbios a mi alrededor.
Ella no podía dar la alarma, sin embargo, mientras yo continuara obteniendo buenas notas, cumpliera con mis deberes y no le ofreciera evidencias que justificaran su inquietud.Y yo ya logré recuperar el paso académico luego de trastabillar las primeras semanas del semestre. Me daba pena ver a madre Luisa Magdalena azorada por la distancia que crecía entre nosotras, pero yo no sabía qué otra cosa hacer para protegerme del poder que su cariño le confería sobre mí.
Belli G. El pergamino de la seducción (fragmento).
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Según el texto, luego que se derrumbara el muro que la separaba del mundo de los adultos, ¿de qué se dio cuenta la protagonista?
Alternativas
A) De lo encerrada y reprimida que se encontraba antes de entrar al internado.
B) Del valor de las experiencias que vivía por primera vez en el internado.
C) Del poder que tenía sobre ella la madre Luisa Magdalena.
D) Del verdadero significado de la individualidad.
Respuesta
D
La respuesta a esta pregunta se encuentra explícita en el texto: "Lo más extraordinario de mis semanas en el internado luego que se derrumbó el muro que me separaba del mundo de los adultos fue darme cuenta de lo que la individualidad genuinamente significaba".
El pergamino de la seducción
Enunciado
El pergamino de la seducción (fragmento)
Lo más extraordinario de mis semanas en el internado, luego de que se derrumbó el muro que me separaba del mundo de los adultos, fue darme cuenta de lo que la individualidad genuinamente significaba. Dentro del entorno de mi mente y mi cuerpo yo era reina y soberana y disfrutaba de la más absoluta libertad. Hasta entonces, la libertad para mí había sido un concepto más bien intangible, puesto que eran otros quienes tomaron decisiones en mi nombre. Ahora, sin embargo, la noción de libertad se me revelaba en todo su esplendor. A los demás podía parecerles que yo continuaba siendo la colegiala que iba con los libros bajo el brazo de un aula a la otra, pero en mi interior el paisaje era totalmente diferente. Por primera vez me percataba de la amplitud del horizonte de mis posibilidades y esta nueva conciencia traía aparejada la sensación física de respirar a todo pulmón y de ocupar más espacio sobre la tierra. Me fascinaba la idea de mi propia impenetrabilidad, de que nadie tuviese acceso al sonido de mi mundo interior. Me maravillaba la cantidad de información, opiniones, percepciones, ideas y proyectos que podía albergar sin que nadie sospechara cuánto se movía tras la estable fachada de mi rostro. La soledad a la que me obligaban mis secretos me parecía un precio irrisorio que pagar por la propiedad privada e inviolable de mi intimidad. En el salón de estudio, sostener sin inmutarme la mirada indagatoria de madre Luisa Magdalena era mi mayor reto. La monja tenía su intuición y aunque no se lo admitiera ni a sí misma, su delicada pantalla de radar le indicaba disturbios a mi alrededor. Ella no podía dar la alarma, sin embargo, mientras yo continuara obteniendo buenas notas, cumpliera con mis deberes y no le ofreciera evidencias que justificaran su inquietud.Y yo ya logré recuperar el paso académico luego de trastabillar las primeras semanas del semestre. Me daba pena ver a madre Luisa Magdalena azorada por la distancia que crecía entre nosotras, pero yo no sabía qué otra cosa hacer para protegerme del poder que su cariño le confería sobre mí.
Belli G. El pergamino de la seducción (fragmento).
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De la lectura del texto se puede inferir que Luisa Magdalena era:
Alternativas
A) La madre de la protagonista.
B) La abuela de la protagonista.
C) La directora del internado.
D) Una monja del internado.
Respuesta
D
En el relato aparece información que permite inferir que Luisa Magdalena era una monja del internado
El pergamino de la seducción
Enunciado
El pergamino de la seducción (fragmento)
Lo más extraordinario de mis semanas en el internado, luego de que se derrumbó el muro que me separaba del mundo de los adultos, fue darme cuenta de lo que la individualidad genuinamente significaba. Dentro del entorno de mi mente y mi cuerpo yo era reina y soberana y disfrutaba de la más absoluta libertad. Hasta entonces, la libertad para mí había sido un concepto más bien intangible, puesto que eran otros quienes tomaron decisiones en mi nombre. Ahora, sin embargo, la noción de libertad se me revelaba en todo su esplendor. A los demás podía parecerles que yo continuaba siendo la colegiala que iba con los libros bajo el brazo de un aula a la otra, pero en mi interior el paisaje era totalmente diferente. Por primera vez me percataba de la amplitud del horizonte de mis posibilidades y esta nueva conciencia traía aparejada la sensación física de respirar a todo pulmón y de ocupar más espacio sobre la tierra. Me fascinaba la idea de mi propia impenetrabilidad, de que nadie tuviese acceso al sonido de mi mundo interior. Me maravillaba la cantidad de información, opiniones, percepciones, ideas y proyectos que podía albergar sin que nadie sospechara cuánto se movía tras la estable fachada de mi rostro. La soledad a la que me obligaban mis secretos me parecía un precio irrisorio que pagar por la propiedad privada e inviolable de mi intimidad. En el salón de estudio, sostener sin inmutarme la mirada indagatoria de madre Luisa Magdalena era mi mayor reto. La monja tenía su intuición y aunque no se lo admitiera ni a sí misma, su delicada pantalla de radar le indicaba disturbios a mi alrededor. Ella no podía dar la alarma, sin embargo, mientras yo continuara obteniendo buenas notas, cumpliera con mis deberes y no le ofreciera evidencias que justificaran su inquietud.Y yo ya logré recuperar el paso académico luego de trastabillar las primeras semanas del semestre. Me daba pena ver a madre Luisa Magdalena azorada por la distancia que crecía entre nosotras, pero yo no sabía qué otra cosa hacer para protegerme del poder que su cariño le confería sobre mí.
Belli G. El pergamino de la seducción (fragmento).
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¿Cuál es la idea principal del relato?
Alternativas
A) La estrecha, afectuosa y sincera relación de la protagonista con la madre.
B) La vida de la protagonista, al contar detalladamente su propia experiencia.
C) La dificultad que la protagonista había tenido las primeras semanas del semestre.
D) Las sensación de libertad que experimenta la protagonista, luego de entrar al internado.
Respuesta
B
Para responder correctamente esta pregunta es importante identificar la información explícita que se entrega para poder generar una idea principal. A lo largo del fragmento la protagonista cuenta sobre el descubrimiento de su propia individualidad, por lo que es posible señalar que la idea principal son las experiencias de libertad que ella narra, siendo la B) la alternativa correcta.
La alternativa A) por su parte, no se relaciona con el tema central, ya que en el fragmento no se describe la relación con su madre, sino que cuenta cómo afecto su descubrimiento de individualidad en la relación con la Madre Luisa Magdalena. Es decir, no es la idea central, sino que es producto de ello. La alternativa C) también es incorrecta porque se trata de información que no se entrega en el fragmento. Por último, la alternativa D) habla de la vida de la protagonista en general, lo que es alejado de una idea principal, por lo que también es incorrecta.
La trama
Enunciado
La trama Para que su horror sea perfecto, César, acosado al pie de la estatua por los impacientes puñales de sus amigos, descubre entre las caras y los aceros la de Marco Bruto, su protegido, acaso su hijo, y ya no se defiende y exclama: ¡Tú también, hijo mío! Shakespeare y Quevedo recogen el patético grito. Al destino le agradan las repeticiones, las variantes, las simetrías; diecinueve siglos después, en el sur de la provincia de Buenos Aires, un gaucho es agredido por otros gauchos y, al caer, reconoce a un ahijado suyo y le dice con mansa reconvención y lenta sorpresa (estas palabras hay que oírlas, no leerlas): ¡Pero, che! Lo matan y no sabe que muere para que se repita una escena. Jorge Luis Borges |
¿Qué quiere decir el narrador cuando señala "Shakespeare y Quevedo recogen el patético grito"?
Alternativas
A) Que Shakespeare y Quevedo presenciaban la muerte de César.
B) Que Shakespeare y Quevedo han escrito textos con la misma escena.
C) Que Shakespeare y Quevedo han escrito acerca del asesinato de César.
Respuesta
C
A partir de su conocimiento de mundo y de la información del texto, es posible inferir que la respuesta correcta es la C.